¡Una fiesta! Genial... (Ethan Wesker)

No quiero ir, pero ni aún contradiciendo a mi madre millones de veces he podido escaquearme. Me he puesto un vestido sencillo a regañadientes, no me apetece ponerme un vestido ahora porque hace frío, y sí, soy de Canadá, pero también muy friolera, soy capaz de aguantar el calor extremo pero no el frío. Y no entiendo por qué mi madre quiere que vaya con un vestido si es una fiesta informal, ni siquiera entiendo por qué tengo que ir yo pero cuando se le mete una cosa en la cabeza... de alguien tuve que heredar esa parte de mí. Eso sí, no ha podido convencerme para que me quite mis casi inseparables converse de color negro con cordones blancos. Suficiente tiene con que lleve un vestido de color azul suave, casi blanco, con bordados y botones en la zona del pecho y una rebeca blanca. Resoplo mirándome al espejo, aún me queda peinarme, cosa que no me hace demasiada gracia. Acabo haciéndome dos moñitos, uno a cada lado de la cabeza. No son como las de la princesa Leia de la Guerra de las Galaxias, son pequeños y más o menos esféricos.

―Mamá, no me digas nada, estoy de mal humor. ―le contesto cuando me dice lo guapa que estoy. Ella niega con la cabeza y se va de mi habitación. Resoplo y me agacho para abrazar a mis perritos y mi gato. El pastor alemán es una hembra. Pienso en cómo será la perrita cuando crezca, si intenta tirárseme encima como acaba de hacerlo me caeré de espaldas al suelo. Les sonrío y decido levantarme y bajar ya, antes de que mi madre me grite que baje desde el piso de abajo. Qué mala gana. Odio los bolsos así que más le vale que no espere que lleve uno. Aunque ella me conoce, así que sabe muy bien que no me gustan y que prefiero llevar una mochila a todas partes. Pero como no me va a dejar llevar una, paso de todo. Por suerte mi vestido tiene bolsillos, así que meto mi cartera con mi DNI dentro y poco dinero ―dinero que no he sacado, no es que lo haya metido expresamente para la fiesta― y mi móvil, aunque dudo que alguien me vaya a llamar.

Una vez estoy abajo, acompaño a Judy a su coche y me subo casi al mismo tiempo que ella. No hablamos durante el camino, y lo agradezco, porque seguro que si empezamos a hablar acabaremos discutiendo, no tenemos una relación muy agradable desde que le dio por separarse de Gabriel e irse a vivir a esta mierda de ciudad, llevándome a mí con ella, con lo peligrosa que parece, sólo para averiguar por qué ha muerto su hermana. Murió asesinada por un criminal hijo de su madre y ya está ¿Qué más quiere? Sé que no es justo y, de hecho, no me lo estoy tomando a la ligera, porque yo quiero mucho a mi tía, pero no quiero que mi madre se meta en más líos.